Desde Mis Días,Flavio su autor nos presenta este impresionante relato que aspirará como sus predecesores a llegar a lo más alto.¿Lo conseguirá?...
Dos Pupitres Vacios.
Mario era un tipo gris, de infancia prefabricada y futuro cierto, programado para sobrevivir y triunfar sobre un ejército de mediocres a los que seguramente, acabaría dirigiendo desde algún frío despacho en cualquier corporación. Su imagen no mostraba ningún resquicio de debilidad; de apolíneo perfil, dorado cutis y físico moldeado a base de horas y horas entre gimnasios y sesiones de masaje. Siempre olía bien y su estilo en el vestir se lo dieron los años a la sombra de su madre, una gran señora, una superviviente con tres matrimonios a cuestas y auténtica conocedora en las tendencias de la élite.
De gustos refinados, se sabía conocedor de pequeños placeres vetados a la gran mayoría y disfrutaba de ellos porque los pusieron ante sus narices.
Mario caminaba sobre unas líneas dibujadas mucho tiempo atrás: primero de la clase, colegio privado, buen estudiante y graduado con honores. Aunque tuvo una vida fácil, no se lo dieron todo para triunfar, digamos solo, que nació con esa especial habilidad para permanecer un escalón mas arriba, congénita llevaría la necesidad de ganar, avanzar, querer mas y mas, como una plaga de langostas, siempre mas.
No era altivo, tampoco engreído ni prepotente, eso no se lo enseñaron en las carísimas aulas donde sus padres lo enjaularon para explicarle que el era diferente a los demás, que en su mundo no tendría que estar diez horas diarias en una cadena de montaje, ni hacer cola para rellenar un impreso, ni tan solo tendría que realizar prodigiosas ecuaciones matemáticas para poder llegar a fin de mes, “eso déjaselo a ellos” le decía su padre biológico, siempre pendiente del correcto progreso de su vástago. Y así pasó los años, en el torno de unas instituciones que lo moldeaban para convertirlo en bella porcelana, intentando encajar en un modelo que se le quedaba pequeño y le oprimía el corazón; quiso hacerse a si mismo con unas herramientas que le habían prestado y cuando intento escapar, fue demasiado tarde...al final, luciría su traje, corbata, maletín y Rolex con toda naturalidad.
Koldo mostraba una pequeña cojera al andar, su senda en la vida no le había llevado por el camino fácil y eso se reflejaba en los recovecos mas profundos de su cuerpo. Ahora, como un viejo y solitario león, estaba obligado a cazar si tenía hambre. Cazar...el destino se reía de el; la calle siempre fue su escuela y eso era lo único que le había enseñado desde que era un crío, lo hacia escalofriantemente bien, refinando su 'arte' con los años cogía lo que quería cuando quería, sin cuestionárselo, ni dudas ni remordimientos.
La vida en el barrio fue dura, hacerse respetar o ser otra víctima mas, como en un cubo lleno de cangrejos luchó, pero cuando intentaba escapar el resto de ellos lo arrastraban de nuevo al fondo, cada vez más profundo y oscuro.
Empezó de bien niño intimidando a otros crios del centro de menores, luego ancianos, incautos, turistas... y mientras crecía ya no le daba cuartel a nadie, coches, almacenes, chalets, pequeñas tiendas...robaba y timaba a todo aquel que se le ponía a tiro. Sentía especial predilección por los niños de papa, ricachones ostentosos o los ‘yupis’ de corbata y chaqueta, ellos representaban todo aquello que soñó tener y nunca pudo y a decir verdad, disfrutaba sustrayéndoles parte de lo que alguna vez el quiso para si mismo. Además de la necesidad, la ira y la envidia colaboraban estrechamente en sus cacerías urbanas, apoyadas siempre de violencia y hasta cierto sadismo, pero nunca le sustrajo la vida a nadie, hasta aquel día…
El destino quiso que ambos alumnos, de escuelas tan opuestas, compartieran aula esa fría mañana, en aquel callejón olvidado.Ahora yacían sobre el mismo asfalto, derramando la misma sangre y observados por la misma multitud de ojos curiosos, dos borrones escarlatas sobre el trágico lienzo...
Uno, con el frío metal de la incomprensión en el pecho, el otro con una navaja de odio alojada entre las costillas, cerca de donde la vida les abandonaba ahora a los dos.Finalmente la porcelana se había roto contra las rocas al fondo de aquel abismo de desesperación.
Ya suenan las sirenas del colegio, es la hora del recreo...
.
De gustos refinados, se sabía conocedor de pequeños placeres vetados a la gran mayoría y disfrutaba de ellos porque los pusieron ante sus narices.
Mario caminaba sobre unas líneas dibujadas mucho tiempo atrás: primero de la clase, colegio privado, buen estudiante y graduado con honores. Aunque tuvo una vida fácil, no se lo dieron todo para triunfar, digamos solo, que nació con esa especial habilidad para permanecer un escalón mas arriba, congénita llevaría la necesidad de ganar, avanzar, querer mas y mas, como una plaga de langostas, siempre mas.
No era altivo, tampoco engreído ni prepotente, eso no se lo enseñaron en las carísimas aulas donde sus padres lo enjaularon para explicarle que el era diferente a los demás, que en su mundo no tendría que estar diez horas diarias en una cadena de montaje, ni hacer cola para rellenar un impreso, ni tan solo tendría que realizar prodigiosas ecuaciones matemáticas para poder llegar a fin de mes, “eso déjaselo a ellos” le decía su padre biológico, siempre pendiente del correcto progreso de su vástago. Y así pasó los años, en el torno de unas instituciones que lo moldeaban para convertirlo en bella porcelana, intentando encajar en un modelo que se le quedaba pequeño y le oprimía el corazón; quiso hacerse a si mismo con unas herramientas que le habían prestado y cuando intento escapar, fue demasiado tarde...al final, luciría su traje, corbata, maletín y Rolex con toda naturalidad.
Koldo mostraba una pequeña cojera al andar, su senda en la vida no le había llevado por el camino fácil y eso se reflejaba en los recovecos mas profundos de su cuerpo. Ahora, como un viejo y solitario león, estaba obligado a cazar si tenía hambre. Cazar...el destino se reía de el; la calle siempre fue su escuela y eso era lo único que le había enseñado desde que era un crío, lo hacia escalofriantemente bien, refinando su 'arte' con los años cogía lo que quería cuando quería, sin cuestionárselo, ni dudas ni remordimientos.
La vida en el barrio fue dura, hacerse respetar o ser otra víctima mas, como en un cubo lleno de cangrejos luchó, pero cuando intentaba escapar el resto de ellos lo arrastraban de nuevo al fondo, cada vez más profundo y oscuro.
Empezó de bien niño intimidando a otros crios del centro de menores, luego ancianos, incautos, turistas... y mientras crecía ya no le daba cuartel a nadie, coches, almacenes, chalets, pequeñas tiendas...robaba y timaba a todo aquel que se le ponía a tiro. Sentía especial predilección por los niños de papa, ricachones ostentosos o los ‘yupis’ de corbata y chaqueta, ellos representaban todo aquello que soñó tener y nunca pudo y a decir verdad, disfrutaba sustrayéndoles parte de lo que alguna vez el quiso para si mismo. Además de la necesidad, la ira y la envidia colaboraban estrechamente en sus cacerías urbanas, apoyadas siempre de violencia y hasta cierto sadismo, pero nunca le sustrajo la vida a nadie, hasta aquel día…
El destino quiso que ambos alumnos, de escuelas tan opuestas, compartieran aula esa fría mañana, en aquel callejón olvidado.Ahora yacían sobre el mismo asfalto, derramando la misma sangre y observados por la misma multitud de ojos curiosos, dos borrones escarlatas sobre el trágico lienzo...
Uno, con el frío metal de la incomprensión en el pecho, el otro con una navaja de odio alojada entre las costillas, cerca de donde la vida les abandonaba ahora a los dos.Finalmente la porcelana se había roto contra las rocas al fondo de aquel abismo de desesperación.
Ya suenan las sirenas del colegio, es la hora del recreo...
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7 comentarios:
Un relato magnífico. Toda una demostración de descriptiva de personajes, fotografiados entre palabras. Lástima que a mitad del texto se deje entrever el final.
La última frase acaba resonando en la cabeza como la amarga sentencia de un juez.
Flavio, magnífico relato , genial , oleeee!!
Pero que bien escribe este hombre.
Besitos^^
Intentaré ser todo lo objetiva que pueda, Flavio ... tú ya sabes por qué te lo digo ;)
Me ha gustado. Un vocabulario rico, una historia con un trasfondo funesto y un final que estremece.
Lo conseguirás? ...
Yo, por mi parte, te deseo mucha suerte y es que, subir al podio, debe ser como tocar un trocito de cielo ;)
Besos, Flavio!
probablemente es el que mas me ha gustado hasta ahora, si le tengo que poner un pero se lo pongo al final un tanto abrupto para mi gusto, aun asi es un texto buenisismo, felicidades
Iván, Si, tienes razón, el desenlace se puede palpar a medida que avanzas, pero es que fuí incapaz de ocultarlo!
Saludos y mucha suerte
dianna, ¡que no me saques los colores! :P
Un beso y mil gracias
Pati, joder con la objetividad! :) (perdón)
Ya me he conformado con el hecho de conseguir conoceros a algunos de vosotros, me parece que ese cielo está muy muy arriba. Sinceramente, ya es un gran regalo el participar y permanecer en el suelo.
No te deseo suerte porqué corre el rumor de que una participante que se hace llamar 'voyaaganar' se ha reservado un trocito de ese cielo :P
un beso Pati
hola Pitxi, muchísimas gracias, yo le voy a poner otro pero, me pareció que el texto se alargaba mucho y por eso el final se quedó algo corto.
Un saludo y suerte
Pues tremendamente bien escrito y maravilosamente descritos los dos personajes.El final se veía venir?..quizas pero creo que es el mejor final aunque podrias haberlo ralentizado en cuanto al ritmo con el que este sobreviene.Pero eso no resta apenas nada en cuanto a mi valoración global.
Aunque el final se venía venir como dicen, me gusta la forma como describes los protagonistas esos colegiales de mundos tan distintos con final lamentable y la cierta posibilidad de que ocurra nuevamente después del recreo.
besos y suerte miau!
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