Mirandonos el ombligo...

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Guardo gratísimos recuerdos de las historias que de pequeño me contaba mi padre.Esas que, a lo tonto ,me soltaba como sin venir a cuento y que sin yo darme cuenta se iban quedando en mi memoria.

Pequeñas fábulas y relatos que tanto me han servido para ser como soy y que procuro tener siempre muy presentes.

Hoy compartiré una que recuerdo con especial cariño y que utilizo a menudo cuando creo ser una persona desdichada...

En los campos de trigo en Gennevilliers-(Berthe Morisot)

El caso es que un hombre caminaba a través de un campo apenado y vociferando sus desdichas a los cuatro vientos.De vez en cuando se inclinaba y recogía algunas hierbas que tras rápida selección guardaba en un pequeño zurrón que portaba a la espalda.

El hombre avanzaba sollozante y quejumbroso por un caminito de tierra a cuyos lados iba dejando las hierbas que desechaba.

Al final del camino se topó con un campesino que se encontraba descansando.Este, tras saludarle le pregunto por el motivo de sus lamentos.

-La vida es tremendamente injusta.Fíjate como me veo que no tengo ni para comer y he de andar recogiendo las hierbas del camino para prepararme un maldito caldo...

El campesino se rió y le obligo a girar la cabeza.

Entonces vio como un segundo hombre iba recogiendo las hierbas que él había ido tirando.Abochornado continuo su camino sin decir ni una sola palabra.

Esta historia es una adptación de una fabula del infante Don juan Manuel titulada "El pobre y los altramuces".La moraleja es la misma;siempre hay otro más pobre y desgraciado que uno mismo.

Yo como comprenderan, por motivos obvios, se la cuento tal y como me la contaron a mi de pequeño...
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