22/11/09

Matias caracortada

Escondido detrás de las rayas del pantalón de pana de su padre el niño contemplaba asustado como Caracortada se dirigía hacia la mesa que ambos ocupaban en el bar.

Caminaba directamente hacia ellos.No había duda.

Antes de que sus ojos se cerraran por completo aquel hombre se plantó delante sonriendo.

Aquel puto traga niños le iba a devorar y no parecía que nadie fuera a hacer nada.

Abrió los ojos y se encontró con la mirada de Caracortada fijada en su entrepierna justo cuando esta comenzaba a mojarse con el caliente burbujeo del miedo.

Al principio el pequeño charquito que comenzaba a formarse bajo sus pies había ido desapareciendo entre las juntas del suelo.

Pero pronto el pequeño caudal comenzó a arremolinarse sobre las cáscaras de mejillones esparcidas alrededor de la mesa dejándolo en evidencia rápidamente.

El interior de sus muslos calientes y humedecidos eran ya indisimulables.

En un imprevisto acto de humanidad Caracortada balanceo la cabeza y pasó de largo.

Con el pasar de los dias se dio cuenta de que siempre pasaba de largo a pesar de los gritos y las carreras de los chicos del barrio mientras él permanecía tan quieto como desafiante.

Años más tarde había visto la foto de un tal Matías en una esquela de esas que aparecen pegadas por los portales.

Se sintió irritado al recordar por qué nunca comía mejillones.
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1 comentarios:

Unknown dijo...

Si yo fuera ese niño tampoco hubiera comido mejillones nunca más. Los matones que golpean dejan un mal recuerdo pero los que provocan en ti un daño psicológico la herida puede ser más dolorosa.
Me encanta como me cuentas un cuento, claro que este me lo dejas de día, que de noche así no duermo y ups! :$ me puedo hacer pis! jejjee

un besote ronroneado y muchos mimos para mi perruquito ^_^